Hubert entiende la innovación social como el conjunto de “ideas nuevas (productos, servicios y procesos) que satisfacen simultáneamente las necesidades sociales de una forma más eficiente que las existentes y crean relaciones o colaboraciones sociales nuevas y duraderas (…) mejoran la capacidad de la misma para actuar”.
Sin embargo, también se ha asociado este fenómeno con un cajón de sastre, utilizado para ocultar procesos de privatización del sector público o, simplemente, como nueva etiqueta para definir cosas que ya existían.
El marco teórico original ha fracasado y se ha vuelto necesario conseguir evidencias de mayor impacto, aumentar los niveles de inversión, aprovechar mejor las posibilidades que ofrece la tecnología digital e influir más y mejor en el ámbito de las políticas públicas.
Teniendo en cuenta las limitaciones del marco teórico y las prácticas de innovación social más avanzadas, este artículo realiza algunas aportaciones para el futuro:
– las iniciativas de innovación social deben actuar sobre los elementos normativos y sobre los elementos culturales;
– la innovación social debe generar un “permiso social para innovar” que afecte al conjunto de la comunidad con la que pretende actuar;
– las iniciativas de innovación deben diseñarse como plataformas que tratan de transformar sistemas complejos;
– las iniciativas de innovación social deben integrar el desarrollo económico-social y medioambiental.
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